lunes, diciembre 20

Creación de la autenticidad Metro Macul: Consecuencias de lo cotidiano

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Autor: Roy Calagaz

Asignatura: Teoría IV

Segundo Semestre 2010

Profesor: Eugenio Ferrer

Ayudante: Rodrigo Ortega

Calificación: Regular

Introducción

Comencemos por darnos a entender la significancia de metro, con esto me refiero a comprender las razones tanto como a entidad se refiere y a su vez los motivos de organización dados por factores sociales, los cuales se encargan de entregar un servicio con notorias diferencias en las diferentes estación del tren urbano.

Justamente la palabra metro en su designación se explica como la división metropolitana o citadina de los servicios de trenes, con esto dejando en claro que su función principal es la entrega de un servicio de transporte a los habitantes de una ciudad.

Cuando oímos la palabra metro solemos tener una imagen mental de una red urbana que corresponde a un ejemplo a nivel mundial, imagen que los medios se han encargado de inculcarnos en nuestro subconsciente y a su vez, no nos damos cuenta de las características con las cuales esta red de servicio ha sido construida.

El metro de por sí, ha logrado conformar una imagen autónoma de eficiencia en tanto al servicio de transporte público significa. A pesar de ello, se logra apreciar que este sistema confronta una organización y priorización respecto del sujeto, tema que ha significado la participación ciudadana.

A tal punto que basta con poner la palabra metro en el buscador de internet para encontrarnos con un sinfín de propuestas de los usuarios de cómo debiera ser el metro en un par de años más.

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Este sistema se otorga la organización de un servicio, de manera ocultadita, es decir se esconde de nosotros para demostrarnos a clara voz que es solo un sistema de conexión dentro de la capital, dejando a un lado la forma en que se abordan estas distintas estaciones y los posibles resultados que puedan estos tener.

Además del entendimiento ciudadano, que he nombrado principalmente para darnos una idea del sosiego que representamos con la entidad metropolitana es necesario tener una comprensión de los espacios públicos y la forma en que estos actúan sobre nosotros, principalmente el trato in-perceptual que recibimos por parte de las autoridades y la forma de reacción que adoptamos ante una normativa prescrita y que nos ha transformado en elementos fugaces, en resumen: cuerpos “como objeto de poder”[2]

El lugar público como cañón del cuerpo

Normalmente es posible observar un sinfín de lugares públicos los cuales nos dedicamos a recorrer lúcidamente sin prestarles mayor importancia, esta es una clara muestra del control que se ha logrado obtener a través de los años para conformar al ser humano como un ente “dócil-utilitario”. Las nuevas tecnologías han ayudado significativamente a que este proceso se convierta en un acto cotidiano, nos basta con dar solo una vuelta por el centro de Santiago o por cualquier centro neurálgico de la ciudad para poder observar un sin fin de “cámaras de transito” que nos observan a modo de vigilia y no pierden absoluto detalle de las acciones que realizamos en “espacio público”.

Ahora, tomando en cuenta otro punto de vista, sin darnos cuenta nos encontramos con otro hecho que nos revela el acoso producido en el tiempo actual, me refiero al carácter capitalista y sus diferentes forma de expresión que han logrado que la publicidad como tal se encuentre de forma acechante en nuestro entorno de vida.

La utilización de estos medios se han convertido en un síntoma tan familiar que lo requerimos como una entidad mas en nuestras vidas. Esto sucede a tal punto que llegan incluso a invadir nuestra privacidad tornándose un artefacto molesto e incomodo que nos desliga de nuestras necesidades personales.

Este punto de observatorio constante se encuentra organizado como un cuerpo político, Michel Foucault lo define como una “mecánica del poder”, justamente un sistema general que sirve “no simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino para que operen como se quiere”[3].

El constante maquínico producido por las características nombradas a groso modo, ha logrado que el cuerpo se vea expulsado del espacio. Nos hemos convertido en unos renegados del espacio, seguimos sintiendo los lugares como propios, pero más aun, sabemos que nuestra libertad se encuentra limitada por el margen político, asociado a las normativas prescritas, tanto por leyes como por las medidas tomadas por los entes superiores, que nos entienden como “cuerpos dóciles”, transformándonos en organismos de acciones simples, tal cual significa el ser una entidad movible que puede ser arrojada de los espacios con un cañón de normas simples.

El metro a “la derive”

Como ya lo he explicado, el Metro consiste en un sistema que deja en claro su interés netamente conectivo, una entidad de tránsito que genera una unidad entre los diferentes sectores de la capital.

Al hacernos parte de este sistema logramos observar una gran cantidad de substancias que nos evidencia la realidad de metro, que se nos limita debido a la cotidianidad de su uso, una de aquellas ligadas principalmente al ámbito métrico que es presentada a la comunidad. Observemos con atención el tamaño de las entradas, más parecidas a un tipo de paseo que a grandes plazas que convergen en un sin fin de utilitarismos (esto último dado principalmente en estaciones en las cuales desembocan una cantidad importante de personas). Realizamos a menudo el procedimiento de abordar los andenes y somos llevados muchas veces en forma inconsciente por el flujo de personas que realizan este acto de carácter maquínico, esto es producido por las limitaciones dadas gracias a que los espesores de los recorridos que se encargan de llevarnos de un lugar a otro y no nos permite realizar tareas diferentes, se forjan caminos que establecen recorridos premeditados, una succión de cuerpos que son llevados a través de un recorrido establecido a través del espacio arquitectónico, a veces apoyado por indicaciones que nos dicen que es lo que debemos hacer, entrar al metro, cargar la bip, seguir el camino, mirar la indicación, pagar el pasaje, cruzar el torniquete, subir o bajar al andén, subir al metro, bajar del metro, caminar por el andén, cruzar la puerta de salida, para finalmente ser expulsado del sistema y continuar con nuestra cotidianidad.

Otro punto que torna una notable importancia en relación con el tema abordado en este capítulo es el asedio capitalista, que se liga de forma precisa con espacio público y por ende la entidad de metro, como lo explica Gerard Wacjman en su texto “la casa, lo intimo, lo secreto”, lo intimo se vuelve totalmente interesante y deseable, sobre todo por parte de las grandes cadenas, que derivan nuestros “gozos” en base a estudios, convirtiendo el mundo publicitario en un panóptico constante que nos acosa con su rostro comercial ya que logran convertirse en el “ojo en la cerradura”.

Guy Debord define el concepto “la derive”, acuñada en la década de los 50 y la define “como una técnica de transito fugaz a través de ambientes cambiantes”[4], además de lo anterior, esta técnica, a su vez puede ser apoyada por las “normas políticas” que nos ofrece el tren metropolitano, entre estas, una de las ya mencionadas, se encuentra el sin fin de carteles que establecen nuestra conducta, a esto se suma la tecnología utilizada, que juega un roll importante en esta “derive”, y tiene relación con el capitulo anterior, referido precisamente a la utilización de objetos tales como cámaras, que se encargan observarnos constantemente, produciéndonos la sensación de hostigo que fomenta esta tendencia de fugacidad de los cuerpos.

¿Posibilidades? o grietas de un sistema

Comúnmente escuchamos la palabra posibilidades para darnos a entender de las facilidades que tenemos como personas frente un sistema ya organizado, justamente es donde abarcamos las “posibilidades” que tenemos presente o mejor dicho que nos libera el sistema para facilitarnos nuestro quehacer diario.

Las normas impuestas han avanzado a tal punto que hoy en día solo es posible acceder a estas simplicidades siempre y cuando nos encontremos en el estado que ellos nos predisponen, propensiones que se nos excusan a una escala macro que como lo explica Foucault nos imponen coacciones, interdicciones y obligaciones”[5], ¿Pero qué ocurre con las personas que no cumplen (ya sea queriendo o no) con estas “voluntades”? Digámoslo de manera franca, son excluidas del sistema dejándolas de lado a su suerte, como lo dice cortes, existe “todo un conjunto de sectores sociales marginados y condenados al silencio”[6], siendo olvidados a tal punto que ellos mismos ya “no” buscan posibilidades en estas organizaciones ya establecidas y se funden con las fallas existentes entre estas. Estos sectores marginados “tuvieron que aprender a decirse y a ocupar un espacio en la esfera pública”[7]dotando los espacios con un “nuevo significado”, pero no es justamente (y por decirlo de alguna manera) en el espacio público donde se realizan las actividades dadas por la marginación o la denominada falta de oportunidades, sino mas bien en las rendijas logradas por una mala gestión de los espacios, y es donde abrimos las puertas al concepto de “intersticios urbanos” que trato de definir como espacios sin mayor utilitarismo que el que se le da al momento de de ser adoptados por una cierta “clase de usuario” ya que “son los propios usuarios los creadores del espacio”[8].

Estación Macul: usuario, no-usuario y consecuencias de un sistema

En si la unidad de metro configura un tipo de organización que logra el cometido de contener los cuerpos y organizarlo de acuerdo a sus necesidades, a pesar de esto, los sistemas existentes no son invulnerables a presentar fallas, si pensamos que en sí, las estructuras son las que conforman la administración de los cuerpos, a su vez existen variables las cuales conforman espacios o estructuras que adoptan un sinónimo de fisura entre dos puntos de dicotomía innegables en la realidad y son los ya nombrados espacios intersticiales.

El metro de por si funciona como un sistema y como tal responde a las características que estos adoptan, con esto quiero dar cuestión a que si bien es posible observar las organizaciones como grandes máquinas que establecen un cometido en estas se encuentran presente a su “fallas” que si bien en no todas son apreciables, si en otras se tornan de manera evidente.

Tomemos por ejemplo al tiburón, el tiburón es un “sistema” que funciona y cumple su cometido, son peces con una versatilidad enorme, con sus siete hileras de de dientes son capaces de devorar y desgarrar a especies marinas con una resistividad ingente, pero hasta esta especie tiene paracitos que se alimentan de su piel para que ese sistema siga funcionando, anemonas que se sustentan de las algas que acumula en sus branquias, pero sin estorbar en su trabajo.

Dicho esto podemos apreciar el metro como este sistema que cumple su cometido, transporta una gran cantidad de personas ya sea de sus hogares a sus trabajos diligencias etc. y viceversa, los cuerpos son absorbidos y expulsados simultáneamente por las diferentes estaciones, pero a pesar de ello, la demostración de una falta de aceptación por parte de esta entidad queda demostrada en algunos tramos del recorrido.

El metro Macul de por si se encuentra ubicado en la intersección de importantes avenidas como lo son Av. La Florida, Departamental, Américo Vespucio, Macul, La Autopista Vespucio sur y de forma “natural” el zanjón de la aguada, esta cantidad de vías convergentes crean una gran cantidad de intersticios apoyados de fuerte manera por la construcción de este metro en altura.

Esta concentración de espacios intersticiales ayuda a comprender el aprovechamiento de ciertas clases marginadas. Al ser espacios in-ocupados, genera la sensación de seguridad necesaria para establecerse sin mayores preocupaciones, esto ayudado claro está por la construcción de este elemento en altura de dimensiones exorbitantes construyendo la “opacidad”, que es netamente necesaria para la realización de actos puramente personales, Wacjman dice “Yo diría que la primera arquitectura nació porque, inclusive vacía de todo, para el hombre, nuestra tierra estaba ya habitada por una mirada. Antes de todo hombre hay una mirada”[9], gracias a esto el hombre construye un refugio, para sobrellevar sus necesidades latentes en lo más dominable del subconsciente, esa expresión constructivista de “lo intimo” y “lo secreto”.

Este ocultamiento es sobrellevado por los nuevos habitantes del lugar dándole un provecho único, se le da uso a los espacios que arquitectónicamente cierra la estación, encargada de dirigir a los usuarios (a través de la construcción de cerramientos de hormigón y caminos previamente establecidos) a lugares de un carácter funcional ligado a lo rutinario de sus vidas, eliminando la posibilidad de conocer es “lugar” como tal y nuevamente crea un espacio de transito con la intención de hacer pasar desapercibido el espacio en cuestión, estableciendo de por sí una visión diferente del lugar en tanto a las personas que nos encontramos dentro del sistemas podríamos denotar.

Se aprovechan los espacios que generan la opacidad, para evidenciar una realidad no construida, una realidad negada por el sistema e inculcada en nosotros mismos.

Todos estos puntos no ayudan a entender la construcción del Metro Macul como las branquias de un sistema complejo las cuales salen a la superficie y nos evidencian las tendencias a las cuales estamos sometidos, la constante observación por parte del ente que su vez podemos observar en nuestro quehacer diario pero que no le prestamos mayor atención debido a la habitualidad con la cual realizamos los actos en la normalidad de nuestras vidas, y nos encontramos con estas rémoras que se encargan de evidenciar las gritas del sistema y nos dan a entender que sin ellas el sistema solo es una máquina sin aceite.

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La expulsión propinada por el metro logra que el sujeto expulsado se apropie de las fisuras del sistema debido a que nuestras conductas son determinadas por los espacios y sus contextos.

Bibliografía

  • “Políticas del espacio, Arquitectura, genero y control social” José Miguel Cortés
  • “Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión”. Michael Foucault.
  • “Las tres estéticas de Lacan” la casa lo íntimo y lo secreto”. Gérard Wacjman.

[1] Imagen : http://www.plataformaurbana.cl/archive/2007/03/11/el-futuro-del-metro-segun-los-usuarios-participacion-ciudadana/

[2] Michel Foucault – “vigilar y castigar” – pág. 140

[3] Michel Foucault - “vigilar y castigar” – pág.141

[4] José Miguel Cortes – “políticas del espacio – arquitectura genero y control social” – pág. 9

[5] Michel Foucault – “vigilar y castigar” – pág. 140

[6] José Miguel Cortes – “políticas del espacio” – pág. 149

[7] José Miguel Cortes – “políticas del espacio” – pág. 149

[8] José Miguel Cortes – “políticas del espacio” – pág. 150

[9] Gérard Wacjman - “La Casa, Lo Intimo, Lo Secreto” - pág. 95

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